La relación entre Kylian Mbappé y el Paris Saint-Germain no terminó cuando el delantero francés dejó el club parisino; al contrario, parece haber entrado en su capítulo más tenso. Jugador y entidad están envueltos ahora en una disputa económica que supera los 400 millones de euros, una cifra que refleja el tamaño del conflicto entre una de las mayores estrellas del fútbol mundial y uno de los proyectos más poderosos de Europa.
El PSG reclama alrededor de 180 millones de euros a Mbappé. El club sostiene que el atacante habría perjudicado gravemente sus intereses al rechazar, en el verano de 2023, una oferta de traspaso millonaria —se habla de una propuesta cercana a los 300 millones desde el fútbol saudí— que habría dejado una cantidad histórica en las arcas parisinas. Para la directiva, esa negativa significó una “pérdida de oportunidad” que ahora buscan traducir en indemnización ante los tribunales.
Mbappé, por su parte, contraataca con una demanda aún mayor. El futbolista exige aproximadamente 240 millones de euros, cifra que incluye salarios, primas y bonos que considera pendientes de pago, además de conceptos asociados a derechos contractuales que, según su versión, el club no habría respetado. En su denuncia también se mencionan presiones y un trato que su entorno califica como “hostil” durante los meses en los que fue apartado del grupo en plena guerra fría por su renovación.
El origen del conflicto se remonta a la decisión de Mbappé de no extender su contrato más allá de 2024. Mientras el jugador optaba por cumplir hasta el último día del vínculo, el PSG presionaba por una renovación o un traspaso inmediato para no perderlo gratis un año después. El desacuerdo terminó con el campeón del mundo entrenando en grupos separados, ausente de giras y con un clima enrarecido que, a la larga, ha desembocado en este choque judicial.
El club defiende que existía un entendimiento para que el jugador renunciara a determinadas cantidades si se marchaba libre, algo que desde el entorno de Mbappé se niega categóricamente. El delantero sostiene que el PSG intentó forzarlo a aceptar condiciones que no estaban firmadas y que lo utilizó como chivo expiatorio ante la afición cuando decidió tomar el control de su futuro deportivo.
El caso ya ha llegado a la justicia laboral francesa, donde ambas partes han presentado sus argumentos. Por ahora no hay un veredicto ni un acuerdo a la vista, pero sí queda claro que ninguna está dispuesta a ceder fácilmente. Para Mbappé, el proceso busca limpiar su imagen y asegurarse que se respeten sus derechos económicos; para el PSG, la batalla pretende enviar un mensaje sobre la fuerza del club frente a cualquier jugador, por grande que sea su nombre.
Más allá de las cifras astronómicas, este enfrentamiento marca un precedente en el fútbol moderno: revela hasta qué punto los contratos, primas, derechos de imagen y acuerdos verbales pueden convertirse en campo de batalla cuando una superestrella decide cambiar de rumbo. Lo que dictaminen los tribunales no solo definirá quién paga qué, sino que también puede influir en cómo se negocian los grandes contratos en el futuro entre clubes de élite y los futbolistas más cotizados del planeta.














