Aunque los celulares, las computadoras y la inteligencia artificial parecen tenerlo todo, Casio aún vende decenas de millones de calculadoras físicas al año y defiende su lugar en aulas y pequeños negocios.
Lo esencial
Las calculadoras de plástico, esas que parecen cosa del pasado, siguen vivas. El fabricante japonés Casio reporta que en su último ejercicio fiscal, cerrado en marzo de este año, vendió 39 millones de calculadoras generales y científicas en alrededor de 100 países. Es menos que los 45 millones de 2019-2020, pero más que los 31 millones de 2020-2021, justo después de la pandemia de covid-19.
Entre aulas y pequeños comercios
Casio reconoce una caída “innegable” en el uso de calculadoras personales en oficinas, donde han sido desplazadas por computadoras y teléfonos inteligentes. Sin embargo, la empresa ve todavía un fuerte potencial en las escuelas, sobre todo de países en desarrollo, donde las calculadoras resultan más baratas que una computadora, más resistentes que un smartphone y pueden funcionar con pilas o energía solar.
En Tailandia, por ejemplo, una comerciante del barrio chino de Bangkok cuenta que sigue usando su calculadora porque soporta golpes y le permite mostrar fácilmente las cifras al cliente para evitar malentendidos por el idioma. Directivos de Casio en ese país subrayan que no todo el mundo tiene acceso permanente a internet o a un celular moderno, por lo que las calculadoras siguen siendo “herramientas optimizadas” para hacer cuentas rápidas.
De la “Pascaline” a la IA
Casio presume una larga trayectoria en este mercado: en 1957 lanzó la “14-A”, considerada su primera calculadora de oficina compacta totalmente eléctrica. Mucho antes ya existían máquinas como la “Pascaline”, diseñada en 1642 por el filósofo francés Blaise Pascal; un ejemplar iba a subastarse recientemente en la casa Christie’s, pero la operación se detuvo por objeciones en Francia.
IA que falla… y que compite
El auge de la inteligencia artificial también ha entrado en el terreno de los números. Modelos desarrollados por Google y OpenAI alcanzaron en julio una puntuación similar a la de un campeón en las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas, aunque ninguno logró la calificación perfecta que sí obtuvieron cinco participantes humanos menores de 20 años.
Al mismo tiempo, los chatbots de IA, como ChatGPT, todavía cometen errores en operaciones básicas, mientras que las calculadoras físicas ofrecen resultados exactos en estos cálculos simples, recuerdan directivos de Casio. Para Gregor Dolinar, presidente de la Olimpiada Internacional de Matemáticas y profesor en la Universidad de Liubliana, las calculadoras científicas fueron durante años indispensables, pero hoy cada vez más estudiantes resuelven todo con el teléfono y las calculadoras físicas podrían ir desapareciendo de forma gradual.
Lo que sigue
Por ahora, las calculadoras sobreviven entre la presión de la IA y la comodidad del smartphone gracias a su precio, su resistencia y su uso en contextos donde la conectividad no está garantizada. El reto para fabricantes como Casio será mantenerlas relevantes en escuelas y comercios, mientras la tecnología digital y la inteligencia artificial avanzan en tareas cada vez más complejas.














